Para fabricar un vaquero se necesitan unos 7.500 litros de agua, el equivalente a la cantidad que bebe una persona promedio en siete años. ¿Algo falla, verdad? Parece que hayamos olvidado que los recursos naturales son finitos y que el coste de ir a la moda siempre será mucho más caro que su precio.
Según la ONU, el modelo dominante en el sector es la “moda rápida”, que ofrece a los consumidores cambios constantes de colecciones a bajos precios y alienta a comprar y desechar ropa con frecuencia. Además, esta tendencia de comprar y desechar frecuentemente siguiendo los dictados de la moda es responsable de una amplia gama de efectos negativos en el ámbito social, económico y ambiental, advierte la organización.
Y es que el sector de la moda y confección genera impactos significativos sobre los recursos naturales (finitos, conviene recordarlo), siendo uno de los mayores usuarios del agua en todo el mundo (es responsable del 20 % de las aguas residuales del planeta), y representa aproximadamente el 6,7 % de los impactos climáticos mundiales. Pero esta industria no solo explota los recursos naturales, sino que, a menudo, también explota laboralmente a las personas como sucede, por ejemplo, en la industria textil india.
Por ello, la ONU subraya la importancia de garantizar que la ropa se fabrique de la manera más sostenible y ética posible, mientras que los expertos en sostenibilidad llaman la atención acerca de las proyecciones del consumo general de ropa que estiman que este se duplicará para 2030.
Sostenibilidad aplicada a la moda
Desde una perspectiva orientada a los negocios, los expertos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) definen la sostenibilidad como “el desarrollo físico y las prácticas operativas institucionales que satisfacen las necesidades de los usuarios actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades, particularmente con respecto al uso y desperdicio de recursos naturales. Las prácticas sostenibles apoyan la salud y vitalidad ecológica, humana y económica. La sostenibilidad supone que los recursos son finitos y deben usarse de manera conservadora y sabia con miras a las prioridades a largo plazo y las consecuencias de las formas en que se utilizan los recursos”.
“Las prácticas sostenibles apoyan la salud y vitalidad ecológica, humana y económica”, según los expertos en sostenibilidad de UCLA.
Esta definición aplicada a la moda supone “un enfoque holístico para el diseño, producción, venta, consumo y uso de ropa, accesorios y calzado que conserva y restaura los ecosistemas respetando y protegiendo los derechos humanos y posibilitando el desarrollo equitativo de las comunidades”, según los expertos en sostenibilidad de Kering y el London College of Fashion. Es decir, considerar el modo en que se diseña la ropa: “qué materiales se utilizan y cómo se obtienen, cómo se fabrica la ropa, quién participa en estos procesos y qué condiciones económicas y laborales enfrentan, cómo se transportan los productos en todo el mundo, a qué velocidad se consumen y tiran, cómo cuidamos nuestra ropa, y qué sucede cuando la tiramos”. De este modo, los expertos insisten en la importancia de considerar el ciclo de vida completo de las prendas para transformar la industria y lograr la sostenibilidad.
Los ODS en la moda
Para conseguir aplicar la sostenibilidad a la moda, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas son el mejor aliado de la industria. Están formulados para erradicar la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar para todos, proteger el medio ambiente y hacer frente al cambio climático a nivel mundial. Para alcanzarlos, los expertos en sostenibilidad de Kering y el London College of Fashion reclaman la asociación de gobiernos, empresas y ciudadanos por igual, para garantizar que dejemos un planeta mejor para las generaciones futuras, y esto incluye también a la industria de la moda.
Según los expertos, objetivos como el ODS 1 para erradicar la pobreza o el ODS 5 sobre igualdad de género son especialmente relevantes en una industria en la que más del 90 % de sus 75 millones de trabajadores no tienen posibilidad de negociar sus salarios o sus condiciones de trabajo y alrededor del 80 % de los cuales son mujeres. También son relevantes el ODS 13 para la acción climática y el ODS 14 para frenar la contaminación marina, que se enfrenta al reto que suponen los microplásticos para los océanos (la ropa y los textiles son la fuente número uno de microplásticos primarios para los océanos y representan alrededor de un tercio del total mundial). Además, los efectos negativos de las tendencias actuales en la industria amenazan el ODS 15, que gira en torno a la vida en la tierra para garantizar ecosistemas sostenibles y detener la pérdida de biodiversidad.
Mención aparte necesita la relación de la industria de la moda con el ODS 12 para garantizar patrones de consumo y producción sostenibles, cuyas metas incluyen además el derecho del consumidor a estar informado para conocer los problemas del desarrollo sostenible y poder escoger con libertad. Aquí es donde entra en juego la acción individual a la hora de escoger una u otra prenda, una u otra tienda, con criterios sostenibles. Cada decisión, cada elección y cada acción cuenta, recuerdan los expertos.
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