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ESCI-UPF

De las cajas de seguridad a la nube bancaria

Nube bancaria Xavier Fornt
Foto: Freepik (Rawpixel.com)

Una semana despúes del Mobile World Congress, donde se presentaron las últimas tendencias en el sector tecnológico, Xavier Fornt, profesor de Banca internacional en el Máster en Management Internacional, escribe sobre la dirección que está tomando el sector bancario en cuanto a seguridad y tecnología se refiere.

Desde los tiempos más remotos, los humanos hemos sentido la necesidad de  conservar nuestros bienes más preciados bajo las máximas medidas de seguridad.

Quizá el ejemplo más llamativo sea el de la Corona de San Wenceslao, fabricada en 1347 y que se halla custodiada en la Cámara de la Coronación de la Catedral de San Vito en Praga bajo siete llaves que obran, cada una de ellas, en poder de siete personas distintas, todas de muy alto rango: el presidente de la República, su primer ministro, el arzobispo de Praga, los presidentes del Senado y del Congreso de los Diputados, el preboste del Capítulo Metropolitano de Praga y su alcalde.

Las cajas de seguridad de las que disponen los bancos, son una versión mucho más light de la historia de la Corona de San Wenceslao, ya que sólo disponen de dos llaves, una de las cuales obra en poder del cliente y la otra la custodia la entidad bancaria. Qué se suele guardar en las cajas de seguridad? Eso es imposible de certificar porque sólo el titular de la caja está presente en el momento de abrirla y cerrarla, pero no es aventurado decir que allí seguramente se guardan joyas, dinero (blanco o negro), documentos oficiales o confidenciales y todo aquello que su propietario considera de alto valor.

Pero el mundo evoluciona sin parar, y la banca también.

En nuestro siglo XXI, existen muchos documentos de valor que no son ya en papel sino en versión digital y que normalmente se guardan en los ordenadores. ¿Se guardan o sólo se archivan? Yo me inclino por decir que sólo se archivan, porque si alguien sustrae los ordenadores, y con ellos esos documentos importantes, la seguridad es muy poca.

De ahí a que la banca haya empezado a pensar en complementar las cajas de seguridad tradicionales con otros métodos que permitan custodiar con igual o mayor seguridad documentos electrónicos. Eso es la nube bancaria.

Aprovechando la gran capacidad y teórica fortaleza de sus sistemas informáticos, algunos bancos están estudiando la viabilidad de ofrecer a sus clientes la posibilidad de guardar sus documentos importantes en la nube del banco. Una nube, dotada de las máximas medidas de seguridad, no sé si bajo siete códigos, pero en cualquier caso capaz de ofrecer la máxima protección posible.

Y, ¿qué tipos de documentos podrían guardarse en la nube bancaria? Sin duda estudios e informes relativos a estrategias presentes o de futuro, fórmulas o composiciones de productos, patentes o marcas, contratos confidenciales, escrituras de propiedad, o cualquier otro documento que la empresa desee poner a muy buen recaudo.

Son ya varios los grandes bancos que se están planteando o empiezan a ofrecer este tipo de servicios a sus clientes, pero no únicamente desde las funciones de custodia, sino de ayuda y asesoramiento en todo lo relativo con la seguridad informática.

No en vano los riesgos de ciberseguridad cobran cada vez más importancia. Y no únicamente para empresas, sino también para particulares, que no cesan de recibir mensajes fraudulentos, bien sea via SMS, via mail o por teléfono.

Es cierto que ya existe la posibilidad de almacenar documentos en la nube, pero tal como están evolucionando los ataques cibernéticos, cuanta más seguridad obtengamos mucho más tranquilos estaremos. Y parece claro que las entidades financieras disponen, o deberían de disponer, de medios tecnológicamente mucho más avanzados y, en consecuencia, más difíciles de hackear.

Los bancos, en un futuro no muy lejano, acabarán por ir más allá de ofrecer consejos y formación tecnológica a sus clientes para evitar este tipo de riesgos cibernéticos. No basta con los típicos mensajes que aparecen de vez en cuando de “Nosotros nunca le pediremos sus claves” o similares. ¿Y cómo deberían de hacerlo? Reservando a sus clientes un rinconcito en su nube de seguridad donde éstos puedan almacenar sus documentos electrónicos más preciados.

La banca del siglo XXI debe ir camino de substituir las 7 llaves que custodian la corona de San Wenceslao por una protección equivalente pero adaptada a las nuevas tecnologías.

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