Xavier Fornt, profesor de Banca internacional en el MIM, recuerda algunos de los productos bancarios históricos que se han perdido con el paso del tiempo y se centra en las operaciones de lombardo sobre mercancías.
A raíz de un trabajo que recientemente desarrollé sobre la evolución histórica de las divisiones especializadas en los bancos, tuve la necesidad de revisar viejos libros sobre productos y técnicas bancarias. Uno de los que más llamó mi atención fue la obra El Crédito y la Banca (1928), del profesor alemán Wilhelm Lexis, donde se detallan los productos que ofrecían los bancos de la época.
El autor hace referencia a las tres clases de préstamos reconocidos por la legislación española de entonces, a saber, los préstamos de uso o comodato, los préstamos de consumo o préstamos simples, y los préstamos con intereses.
Los préstamos de uso o comodato no eran operaciones que habitualmente realizaran los bancos, ya que se trataba de préstamos basados en la entrega de alguna cosa para que se utilizase por un tiempo y se procediera después a su devolución. Mientras que los préstamos de consumo o simples, y los préstamos con intereses, sí que eran operaciones típicamente bancarias.
Considera el autor que en los préstamos simples, que actualmente conocemos como operaciones de activo, el banco es el prestamista y su cliente el prestatario. En cambio, en los préstamos con intereses que el autor asocia a los depósitos bancarios y que hoy denominamos operaciones de pasivo, el prestamista es el depositante y el prestatario es el banco, que paga unos intereses a cambio del depósito.
A lo largo de la obra, el autor detalla otros productos y operaciones que los bancos de la época ofrecían a sus clientes y vemos que, con algunas variaciones de forma, la banca no ha cambiado tanto y los servicios y productos ofertados son muy similares a los de la época.
Donde ciertamente encontramos mayores diferencias es en la forma de tratar estas operaciones, ya que en 1928 no podían siquiera imaginar los avances tecnológicos con los que contamos en nuestros días.
De todos modos, llama mi atención uno de los productos que hoy podría considerarse prácticamente extinguido. Escribe Wilhelm Lexis que “las operaciones de préstamos sobre mercancías consisten, a diferencia de los préstamos asegurados con hipoteca, en la pignoración de objetos muebles”. Las denominadas operaciones de lombardo eran préstamos donde el prestatario ofrecía como garantía a la entidad financiera prestamista objetos pignorables y considera como tales a “letras o efectos que tengan buena circulación en Bolsa”. Pero sigue describiendo que “los bancos pueden tomar en prenda determinadas mercancías hasta una determinada fracción de su valor en el mercado”.
Esta modalidad es la que hoy en día está prácticamente descatalogada, ya que los bancos, por dificultades operativas, raramente tomarían mercancías en depósito y custodia como garantía de préstamos concedidos.
¿Cómo resolvía la banca en 1928 las operaciones de lombardo?
En Francia y en otros países, existía el conocido sistema de dos pólizas, siendo una de ellas el símbolo de la propiedad de las mercancías almacenadas y la otra que se extendía a efectos de la pignoración.
Incluso en el código mercantil alemán se reconocía que cuando se procedía a la pignoración de la totalidad o parte de los bienes recogidos en una póliza simple, quedaba excluida la posibilidad de venta de estos artículos por parte del propietario. A efectos de la pignoración, se extendían unos talones de depósito a la orden que eran transferibles por endoso.
En Italia estos talones se trataban incluso como operaciones de riporto, que combinaban una operación de venta con otra de recompra, mediante la cual la mercancía volvía a ser propiedad del tenedor del talón.
Las operaciones de lombardo deben su nombre a la región italiana de Lombardía, donde los banqueros comenzaron a utilizarlas a mediados del siglo XV. Estas operaciones basadas en la pignoración de mercancías tenían un riesgo para los banqueros, la pérdida de valor del subyacente pignorado, lo que era cubierto mediante unos porcentajes de concesión de un máximo del 80% o a veces incluso inferiores. En algunos contratos lombardos, se especificaba que en caso de pérdida de valor o deterioro de la mercancía pignorada, el prestatario debía aportar mayor cantidad de mercancía hasta llegar al porcentaje de cobertura especificado o bien quedaba reducido el límite de crédito.
En la actualidad, las operaciones de lombardo están prácticamente descatalogadas en el mundo de los bancos comerciales aunque en Suiza algunos bancos privados de inversión las siguen ofreciendo pero no para mercancías, sino para títulos de valores o bien operaciones de oro.
Leave a message