The MScSUS at the Barcelona Supercomputing Center
02/12/2024
The researcher at the ESCI-UPF’s UNESCO Chair and professor Ilija Sazdovski summarises the visit at the Barcelona Supercomputing Center with the students of the MScSUS.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que los cambios del clima a largo plazo influyen en la salud y la viabilidad de los ecosistemas y, como consecuencia, en los cambios de distribución de las plantas, los agentes patógenos, los animales e incluso los asentamientos humanos.
La biodiversidad o diversidad biológica sostiene la vida en la Tierra y dependemos de ella en nuestra vida cotidiana de maneras que, a menudo, nos pasan por alto y van desde una alimentación saludable hasta la prevención de la transmisión de enfermedades infecciosas. Para poder entender cuál es su papel y por qué es relevante, la OMS explica que la biodiversidad—la variedad que contiene la biota, desde la constitución genética de vegetales y animales hasta la diversidad cultural— presta muchos servicios de los ecosistemas que tienen una importancia decisiva para el bienestar humano.
Hoy, en un contexto de cambio climático, la salud humana se ve afectada directa e indirectamente por los resultados de las condiciones climáticas (como las olas de calor y de frío) sobre los ecosistemas terrestres y marinos, que afectan a la viabilidad y la salud de los ecosistemas y su productividad y disponibilidad de bienes y servicios.
Riesgos para la salud
Nuestra salud, advierte la organización, depende en última instancia de los bienes y servicios que proporcionan los ecosistemas como el agua dulce, los alimentos o las fuentes de combustible, que son indispensables para la buena salud y los medios productivos de nuestras sociedades. Por ello, si los servicios de los ecosistemas ya no alcanzan a satisfacer las necesidades sociales, la pérdida de biodiversidad puede tener importantes efectos en nuestra salud. Esto también puede afectar a los medios productivos, los ingresos y la migración local, pudiendo incluso provocar conflictos sociales.
Además, la simplificación de los hábitats, la pérdida de especies o la sucesión de especies a menudo empeoran la vulnerabilidad de las comunidades debido a que la biodiversidad es imprescindible para un aporte suficiente de nutrientes. No en vano, la biodiversidad desempeña un papel decisivo en la nutrición humana por su influencia en la producción mundial de alimentos, ya que permite la productividad sostenible de los suelos y aporta los recursos genéticos para todas las cosechas, los tipos de ganado y las especies marinas que se pescan para alimento. Por ello, la OMS llama la atención sobre cómo la producción intensiva y mejorada de alimentos mediante la irrigación, el empleo de abonos, la protección de las plantas (plaguicidas) o la introducción de variedades de plantas y modalidades de cultivo, repercuten en la salud humana en todo el mundo.
Los efectos en nuestra salud de los que habla la OMS incluyen también el hecho de que esta pérdida de biodiversidad significa que también estamos perdiendo, aun antes de descubrirlas, muchas sustancias naturales y genes como los que ya han brindado enormes beneficios sanitarios a la humanidad. Aunque hoy en día contamos con medicamentos sintéticos para los fines más diversos, “persisten la necesidad y la demanda mundiales de productos naturales para usarlos como medicamentos y para las investigaciones biomédicas que dependen de las plantas, los animales y los microbios para conocer la fisiología humana y entender y tratar las enfermedades humanas”, señalan desde la organización.
Y no solo eso, nuestras actividades están trastornando tanto la estructura como las funciones de los ecosistemas, alterando la biodiversidad autóctona, lo cual puede entrañar diversos riesgos. “Algunas de estas alteraciones reducen la abundancia de ciertos organismos, propician la multiplicación de otros, modifican la interacción entre ellos y alteran las interacciones entre los organismos y sus entornos físico y químico. La manera en que se presentan las enfermedades infecciosas se ve influida por estas perturbaciones”, explican desde la OMS. Es decir, la pérdida de biodiversidad puede incidir en la transmisión de las enfermedades infecciosas. Esta fatal consecuencia puede deberse a la deforestación, el cambio en el uso de los suelos, la gestión de los recursos hídricos mediante la construcción de represas o los sistemas de riego, la urbanización descontrolada o la aglomeración urbana, la resistencia a los insecticidas químicos empleados para controlar ciertos vectores de enfermedades, la variabilidad y el cambio del clima, la migración, los viajes y el comercio internacionales o la introducción (accidental o intencional) de agentes patógenos del ser humano.
Llamada a la acción
Consciente de la importancia de preservar la biodiversidad, en los últimos meses, la ONU se ha hecho eco de la llamada a la acción de la comunidad científica que ha encendido las alarmas sobre el colapso de la biodiversidad y la emergencia climática que atraviesa el planeta, con un gran número de especies al borde de la extinción y temperaturas globales en aumento.
Según la ONU, la mejor opción para alcanzar el bienestar humano, abordar el cambio climático y proteger el planeta son las soluciones basadas en la naturaleza. Pero, hoy, la naturaleza está en crisis, perdiendo especies a un ritmo 1.000 veces mayor que en cualquier otro momento histórico registrado. Por ello, piden una acción global urgente para encaminar al mundo hacia un futuro más sostenible.
Queda claro que los seres humanos dependemos de ecosistemas estables y saludables para nuestra supervivencia, pero ¿cuándo llegará esta acción?
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