Paradójicamente, la enfermedad respiratoria COVID-19 que azota al planeta y mantiene a la mitad del mundo en confinamiento tiene un impacto positivo en la calidad del aire. En España, según datos de Ecologistas en Acción, la contaminación del aire urbano cayó un 55% en marzo.
Numerosas investigaciones y expertos alrededor del mundo han destacado en las últimas semanas una importante disminución de las emisiones de gases contaminantes del aire en los lugares más afectados por el coronavirus. Sin ir más lejos, en varias ciudades de Europa, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) ha constatado fuertes reducciones en las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante emitido principalmente por el transporte por carretera, coincidiendo con las estrictas medidas de cuarentena en ciudades como Barcelona, Madrid, Milán o París.
Pero, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), aunque también puede esperarse una disminución en las concentraciones de las partículas en suspensión en el aire de menos de 2,5 micras (PM2,5)—un indicador de la contaminación urbana—, todavía no se puede ver una reducción constante en las ciudades europeas. “Esto probablemente se deba al hecho de que las principales fuentes de este contaminante son más variadas, incluida la combustión de combustible para el calentamiento de edificios residenciales, comerciales e institucionales, actividades industriales y tráfico rodado. Una fracción significativa de material particulado también se forma en la atmósfera a partir de las reacciones de otros contaminantes del aire, incluido el amoníaco, un contaminante típicamente emitido por la aplicación de fertilizantes agrícolas en esta época del año”, explica la AEMA. Además, “los cambios en la meteorología también pueden conducir a una mayor contaminación del aire”, destacan.
Para evaluar cómo la COVID-19 está afectando a las concentraciones de contaminación del aire, la AEMA ha desarrollado un visor que rastrea las concentraciones promedio semanales de NO2 y partículas en suspensión. En el mismo, se puede ver cómo las concentraciones promedio de NO2 han disminuido en un 55% entre el 2 y el 30 de marzo en Barcelona.
Contaminación del aire en España
En España, Ecologistas en Acción ha elaborado un informe que muestra cómo las concentraciones de dióxido de nitrógeno han disminuido tras la implementación de las medidas de limitación de la libertad de circulación de las personas, que han reducido drástica y generalizadamente el transporte y, en menor medida, la actividad industrial y la generación de electricidad, fuentes principales de la emisión de los contaminantes a la atmósfera.
Según el informe, desde la declaración del estado de alarma del 14 de marzo, se ha producido una reducción drástica de los niveles de contaminación atmosférica por NO2 en las principales ciudades españolas, reducción que se ha cuantificado en un 55% respecto a los niveles de contaminación habituales en estas fechas, durante la última década. El tráfico interurbano y en el acceso a las principales ciudades ha disminuido en torno al 90%, mientras las salidas de productos petrolíferos desde las instalaciones del Grupo CLH (la principal empresa de almacenamiento y transporte de productos petrolíferos de España) al mercado español han descendido un 83% en el caso de la gasolina, un 61% para el gasóleo A y un 85% en el caso de los carburantes de aviación. Además, la demanda eléctrica ha caído un 20% con respecto a antes de las medidas de restricción.
Este descenso tan marcado de la circulación y de sus emisiones a la atmósfera está incidiendo en una mejora muy significativa de la calidad del aire que respiramos, según el informe, aunque se deba a circunstancias tan excepcionales como las derivadas de la crisis sanitaria y el estado de alarma. Por ello, estas cifras ponen de manifiesto que la reducción del tráfico motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son la mejor herramienta para rebajar la contaminación, apuntan los expertos.
Evidencia científica
Así lo defiende también la ciencia, cuyos estudios muestran que pequeñas reducciones en los niveles de estos contaminantes pueden ser determinantes para salvar vidas, en el corto plazo. En este sentido, un estudio reciente de la Universidad de Harvard ha apuntado a una asociación directa entre la polución del aire y la incidencia de la enfermedad COVID-19, concluyendo que los pacientes con coronavirus en áreas que tenían altos niveles de contaminación del aire antes de la pandemia cuentan ahora con más probabilidades de morir por la infección que los pacientes residentes en áreas con una atmósfera más limpia.
Ahora, a la luz de estos resultados y a la espera de datos adicionales que confirmen estas conclusiones, los expertos hacen un llamamiento a la reflexión acerca de la amenaza contra la salud que supone la contaminación del aire.
Begoña Jorde Gongueta
Muy interesante y paradójico.